Va un señor con rumbo a una reunión de negocios muy importante. Estalla un neumático de su auto, justo frente a un manicomio. El señor toma sus herramientas y baja del auto, saluda a un loco que estaba observándolo por una ventana. El señor quita las tuercas y va a la parte trasera del auto por el repuesto del neumático, pero cuando vuelve no encuentra las tuercas, por lo que no puede poner el repuesto.
Se preocupa y pone cara de desesperación porque se le hace tarde para su cita de negocios. Entonces, después de contarle sus preocupaciones al loco que no ha dejado de mirarlo, se desarrolla esta conversación:
¿Conoce usted algún teléfono que pueda utilizar para llamar a una grúa-remolque o a mi mecánico y avisar a mi cliente que estoy un poco tarde?
Caballero, por qué se preocupa, esto tiene una solución muy sencilla y no toma mucho tiempo.
El señor con mucha curiosidad, pero desconfiado pregunta:
¿Está seguro de eso? ¿Y cuál es la solución?
Muy fácil, quite una tuerca de cada una de los otros neumáticos, se las pone al repuesto y puede conducir sin problemas con tres tuercas en cada neumático, hasta que coloque las tuercas que hagan falta.
Luego de una rápida reflexión el señor dice:
Pero usted tiene toda la razón. Dígame, ¿Por qué esta usted internado en un manicomio siendo tan inteligente?
A lo que el loco muy seguro responde:
Estoy recluido por loco, ¡No por tonto!