En un cuartel, había un hombre llamado Armando el cual tenía la costumbre de decir diminutivos. Cierta vez el Sargento lo mandó a llamar:
¿Me mandó a llamar, mi sargentito?
Sí Armando, quiero que le digas al subsargento que tendremos una reunión hoy por la tarde.
Sí, mi Sargentito.
Llega donde el subsargento y le dice:
Dice mi Sargerntito que hoy por la tarde habrá una reunión y nos quiere a todos presente.
Muchas gracias, Armando. Espero que se te vaya quitando eso de «tito».
Sí mi subsargentito, será la ultima vez.
A la hora de la reunión después de dar la charla todos comían, pero Armando no. Entonces, fue ahí cuando el sargento le preguntó con voz grave.
Armando, ¿Por qué no comes?
Y Armando respondió:
Es que no tengo APETO.