Dos gomeros que acaban de sacarse la lotería viajan a Tenerife a comprarse un coche. Es por la mañana y ambos van a tomarse un café antes que abran el concesionario de Mercedes. Salen de la cafetería y se dirigen a la casa de coches donde el empleado les enseña varios modelos deportivos muy caros de los cuales ambos se enamoran, y se compran uno para cada uno. A la hora de pagar uno de ellos se echa la mano a la cartera cuando el otro le dice:
¡Quieto hombre, que tú invitaste los cafés!