Una tortuguita se balanceaba en una ramita.
Luego se dejaba caer en el suelo, se levantaba despacito y se acomodaba el caparazón.
Subía nuevamente a la ramita y se dejaba caer nuevamente.
En el piso apenas podía pararse y el caparazón se estaba trisando.
Sube nuevamente a la ramita y comienza a balancearse.
Desde una rama vecina una paloma le dice a su palomo:
¡Y si le decimos que es adoptada!