Un acreedor sorprende a su deudor comiéndose un pavo:
Increíble, le dice, que no me pague lo que me debe y tenga usted el valor de comerse un pavo en mi presencia.
Si supiera usted por qué lo hago, tendría compasión de mí.
¿Por qué se lo come?
Porque no puedo mantenerlo.