Este era un manicomio lleno de locos, todos haciendo algo. De pronto un loco se levanta y dice:
Yo soy el enviado de Dios.
Otro se levanta y dice:
¡No mentiroso! ¡Yo soy el enviado de Dios!
Y se levanta otro:
Yo soy el enviado de Dios.
Y así todos se comenzaron a pelear entre ellos, cada uno diciendo lo mismo. De pronto alguien gritó aún más fuerte y todos escucharon:
Tranquilos, no sé que les pasa, ¡Porque yo no he enviado a nadie!