Chiste Número #3108

Este era un manicomio lleno de locos, todos haciendo algo. De pronto un loco se levanta y dice:

Yo soy el enviado de Dios.

Otro se levanta y dice:

¡No mentiroso! ¡Yo soy el enviado de Dios!

Y se levanta otro:

Yo soy el enviado de Dios.

Y así todos se comenzaron a pelear entre ellos, cada uno diciendo lo mismo. De pronto alguien gritó aún más fuerte y todos escucharon:

Tranquilos, no sé que les pasa, ¡Porque yo no he enviado a nadie!