Dos compadres bajan del pueblo a la ciudad. Como nunca la habían visitado se pasan mediodía observando. Al rato uno le dice al otro:
Oye compadre, fíjate que tengo hambre.
¡Vamos a comer pues!
Y se van a un restaurante, y les dan la carta, pero como no pueden leer, le dicen a la mesera:
Por favor tráiganos unos huevos duros.
Y les llevan los huevos duros. Entonces comienza la batalla, como no pueden utilizar los cubiertos. El primero agarra el trinche y quiere pinchar el huevo pero como es redondo se desliza, y así pasa un buen rato tratando de partirlo. Para mientras el otro termina y le dice al primero:
¿Pero qué te pasa que no has terminado?
Es que no puedo partir el huevo.
Trae acá le dice, y lo parte fácilmente.
¡Es que vos ya lo agarraste cansado!