Dos compadres atlantes se vienen de un pueblo muy remoto a la ciudad.

Asombrados y maravillados, ambos van recorriendo las calles cuando uno le dice al otro: Compadre, ya vio que ranchos tan grandototes hay en este pueblo.

Y el otro le contesta:

Sí compadre, pero para mí el más bonito es aquel que está enfrente.

Luego de mirar boquiabiertos un tremendo rascacielos, uno le dice al otro:

Compadre, ¿Y si nos llevamos este rancho para el pueblo?

Buena idea, compadre, llevémoslo pues.

Los dos compadres ponen sus morralitos en el suelo y comienzan a empujar una de las paredes, pujando y haciendo fuerza. Cuando ya tenían como media hora de estar empujando, uno le dice al otro:

¿Compadre y ya iremos lejos?

Y el otro le contesta:

Pues yo creo que sí porque ya ni los morralitos alcanzo a ver.

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