Dos borrachos iban caminando de noche cuando uno le dice al otro:

Juan, tengo sueño, por qué no dormimos un rato.

¿Dónde?, pregunta Juan.

Ahí, en la línea del tren.

Al otro día Juan se despierta y encuentra a Felipe todo desarmado; un brazo por aquí, una pierna por allá, en fin, le había pasado el tren por encima.

Y Juan le dice:

¡Pucha compairito, que desordenado es pa’ dormir!

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