Un calvo sale de la peluquería muy enfadado porque ha pagado mucho dinero por el trabajo que su escaso pelo da.
¡Pero si apenas tengo pelo! ¿Cómo puede ser que me cobren esa barbaridad?
A lo que el peluquero contesta con aplomo:
Lo que pasa es que no le cobramos por cortarle el pelo, sino por encontrárselo.