Un señor se va a una tienda a comprar un lorito y le pregunta al vendedor si el lorito sabía hablar, el vendedor le dice que sí y el señor compra al lorito. Al llegar a la casa el señor le dice al lorito:
¡Dime tío!
El lorito no respondía y él le vuelve a decir:
¡Dime tío!
Y no pasaba nada, y el señor decide darle golpes al lorito, pero nada que hablaba. Lo tira por la ventana y al otro día escucha una voz diciendo:
¡Dime tío!
El señor se asoma a la ventana y ve al lorito que tenía a un pollito agarrado por el cuello y le gritaba:
¡Dime tío!
Pero el pollito decía:
Pío, pío, pío.
El lorito lo empieza a golpear y le dice con «p» no con «t».