Un hombre de madura edad se acercaba, como de costumbre, a su kiosco para comprar el periódico, pero éste cuando lo compraba lo abría por la página de los carteles de fallecimientos, y le decía al kiosquero:

¡Que mala suerte! ¡Hoy no he salido!

Al día siguiente iba y decía lo mismo:

¡Que mala suerte! ¡Hoy no he salido!

Y así durante mucho tiempo. Al pasar los años ve el kiosquero que el tío no viene, y se dice a si mismo:

¡Vaya tela! ¡Toda la vida comprando el periódico, y para una vez que sale no lo compra!

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