Se le murió a uno la mujer, la estaba velando en el salón y tenía la caja abierta encima del comedor, y el tipo decía:

¡Ay Teresa! ¿Por qué te has ido? ¡Ay Teresa, no me dejes solo Teresa; Teresa, llévame contigo donde vayas, Teresa; Teresa me quiero ir contigo amor mío!

En esto llegaron los de la funeraria, se pusieron a tapar la caja, y sin darse cuenta de lo que hacían, le clavaron al marido la chaqueta a la caja. Cuando llegó el momento del entierro, se echaron la caja al hombro y claro, el marido iba atado detrás y decía:

¡Teresa, Teresa, que era una broma, Teresa, Teresa…!

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