Llega un borracho a una cantina y dice:

Mira nomás, cuánto mendigo vino, cuánto condenado vino, cuánto canijo vino…

Entonces, dice otro borracho:

Óigame desgraciado, yo no soy ningún mendigo, ni ningún condenado, y mucho menos un canijo.

Espéreme, todavía no he terminado, le dice el primer borracho.

Y cuánta desgraciada cerveza, y cuánto mendigo tequila, y cuánto canijo brandy…

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