Había una vez un niño que se llamaba Pepito. Su maestra les pidió escribir un poema para el día de las madres. Entonces, La maestra dice:
¿Quién terminó?
Y entonces Pepito levanta su mano y dice:
Yo.
La maestra dice:
¿Tan rápido?, déjame ver.
Y Pepito le enseña y la maestra dice:
¡Pero Pepito, este poema lo escribiste el año pasado!
Y Pepito dice:
Pero yo no cambio de mamá cada año.