Estaba un ventrílocuo que era muy alcohólico afuera de una cantina sin un centavo en la bolsa y pensando en como sacar dinero para emborracharse, y en eso ve a un pobre perro todo roñoso y se le viene una idea, entra a la cantina y se sienta él en una silla y al perro en otra y pide dos tequilas, el cantinero le sirve los dos tequilas y el ventrílocuo le da un tequila al perro y le dice:
¡Salud!
Y el perro le contesta:
No, gracias, tómatela tú, yo no tengo ganas de tomar.
El cantinero asombradísimo se le queda mirando, entonces el ventrílocuo de pide otros dos tequilas al cantinero y hace lo mismo a lo que el perro contesta:
No, gracias, ya te dije que no quiero, tómatela tú.
Y sin aguantar su curiosidad el cantinero le pregunta:
Oiga señor, ¿Su perro habla?
Y el ventrílocuo le responde:
Pero por supuesto que habla y aparte es retomador le encanta el tequila sólo que hoy esta un poco enfermo y no quiere tomar, y el cantinero le dice:
Se lo cambio por dos botellas de tequila.
Y el ventrílocuo se queda pensando y el perro le dice:
No seas gacho no me vayas a cambiar. Y el ventrílocuo le contesta:
Pero es que son dos botellas y pues, tus sabes que me gusta mucho el tequila, y el perro le dice:
No seas así no me vayas a cambiar, y entonces el ventrílocuo cierra el trato con el cantinero y en eso el perro le dice:
Vas a ver, nunca en mi vida vuelvo a hablar.