Estaba un señor en un palenque de gallos y llevó a su perico. Cuando empezaron las peleas de gallos, había un gallo que siempre ganaba sin una herida. El perico miraba que el gallo había ganado muchas veces, entonces le dice a su amo:
Patroncito, patroncito, déjame pelear con este gallo para enseñarle que no sólo él puede.
Y le dice su amo:
¿Estás loco? ¡Te va a matar!
No, ahorita le voy a enseñar que también los pericos pueden, ándele no sea malo, déjeme ir.
No, tu estás loco.
No patroncito, ándele por favor.
Bueno, está bien, pero que conste que te lo dije.
Y los meten al palenque al perico y al gallo y le ponen la navaja y los sueltan en medio del palenque.
Después de un rato regresa el perico cansado y gritando pues el gallo le había pegado un navajazo y regresa con su patrón y le dice:
¡Patroncito, patroncito, présteme su pistola este gallo trae machete!