Estaba un borracho tirado en una cantina, después de unas horas salió arrastrándose de aquel antro de perdición y se dispuso a tomar un taxi.
¡Taxi, taxi! Gritaba el borracho.
Se paró un coche y se subió arrastrándose y le dio la dirección al taxista. Cuando llegó a su casa se bajó y se fue arrastrando a la casa. Tocó la puerta y le abrió su mujer que al verlo tirado en el piso le dijo:
¡Ay José! ¡Ya volviste a empeñar tu silla de ruedas!