Eran las cuatro de la mañana en casa de Pedro, cuando suena el teléfono:
¿Bueno?
¡Hola! Disculpe que le llame a esta hora, pero lo que pasa es que su perro no deja de ladrar y no me deja dormir.
¡Ha! Esta bien.
A la noche siguiente suena el teléfono en casa del vecino también a las 4 de la mañana:
¿Bueno?
¡Hola! Disculpe que le llame a esta hora, le llamo para informarle que yo no tengo perro.