Eran dos borrachos, uno era un chaval de 20 años y otro un hombre de 50 años, que estuvieron de copas una noche. A la hora del salir del bar dijo el viejo:

Bueno, yo me voy para este lado que me tengo que ir a casa.

Y dijo el joven:

Espere que yo voy también en esa dirección.

Al cabo de caminar un rato dijo el joven:

Yo me quedo en esta calle.

Y dijo el otro:

Pues, anda, yo también me quedo en esta calle.

Cuando el joven pone las llaves para abrir el portal de su casa, resultó que el viejo vivía en el mismo edificio, incluso en el número de piso y puerta. Cuando el viejo toca el timbre una mujer abre la puerta y dice:

Ya vienen el padre y el hijo que ni siquiera se conocen.

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