Era una vez un señor y ve a otro señor y le dice:

Amigo, ¡Tiene un plátano en la oreja!

¿Cómo?

¡Que tienes un plátano en la oreja!

¿Qué?

¡Tienes un plátano en la oreja!

No te escucho, porque tengo un plátano en la oreja.

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