En un mercado un tocinero gritaba:
¡Chicharrones de huyaba! ¡Chicharrones de huyaba!
Y una señora que pasaba por ahí le preguntó cómo sabían los chicharrones de huyaba, así que decidió comprar y le dice al tocinero:
¿Me da un cuarto?
El tocinero le responde:
Sí, cómo no.
La señora probó un pedazo y se regresó de inmediato a reclamarle al tocinero:
¡Esto no sabe a huyaba!
Y le responde el tocinero:
No sea tonta, huyaba se llamaba la marrana.