En la acera de una calle de mucho tráfico en una gran ciudad, una ancianita se dirige a un joven:
Por favor, ¿Sería usted tan amable de ayudarme a pasar al otro lado?
Sí señora, con mucho gusto, pero espere un ratito a que el semáforo se ponga verde.
Contesta la anciana:
¡Si estuviere verde, ya habría pasado yo!