Aquélla ama de casa tenía tan mal carácter que ninguna muchacha le duraba. La última que tuvo se marchó indignada no sin antes decirle a su patrona que se hallaba en la dulce espera:

Le deseo que nazca bien el varoncito.

¿Y cómo sabe que será niño?, pregunta sorprendida.

Porque a usted, no hay mujer que la aguante nueve meses.

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