Este era un muchacho que pasaba todos los días por un manicomio en una bicicleta, desde la ventana de arriba del manicomio un loco le disparaba con la mano, hasta que el muchacho se hartó.

El día siguiente cuando pasaba por el manicomio, el loco le hacía pum, pum, pum, y el muchacho desde abajo le grita:

¡Pam!

El loco se dejó caer gritando:

¡Yo nunca te tiré a dar!

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