Este era un hombre que todos los días le pedía a Dios para sacarse el Loto.
Ofreció promesas, misas, hora santa, y toda clase de pedido, con contar que Dios lo ayudara a sacarse la loto.
Un día esta sentado en el patio de su casa en una mecedora y de repente ve esa Luz que viene desde el cielo y el hombre dice:
Ya viene Dios a ayudarme.
Dígame Dios, ¿vino a darme los números del loto?
Dios le contestó:
Mi hijo, te vine a decir que aunque sea, ¡juégalo!