A un atlante lo atropella un bus, y en eso toda la gente se aglomera alrededor de él, y el atlante delirando dice:
Inclíneme, inclíneme.
Y la gente lo inclinaba, pero el atlante seguía gritando:
Inclíneme, inclíneme.
La gente ya no sabía cómo ponerlo, y el atlante dice:
Si no hay una clínica, hospitalíceme.