Había una vez un hombre que tenía un hijo atlante. Un día le dijo:

¡Juan!

¿Ah?

Te estoy llamando.

¿Ah?

¡Que vengas acá!

¡Ah! Ahí voy.

Andá a comprar bananas.

¿Ah?

Que vayas a comprar bananas.

¿Ah?

¡Que vayas a comprar bananas!

¡Ah! Ahí voy.

Pero ten cuidado con el pozo.

¿Ah?

Que tengas cuidado con el pozo.

¿Ah?

¡Que tengas cuidado con el pozo!

¡Ah! Bueno.

Y se fue, pasó media hora y no volvía, una hora y no venía, dos horas…

El padre dijo:

¡Uh! ¡Este se debe haber caído al pozo! Entonces fue al pozo.

Juan, ¿Estas ahí?

¿Ah?

¿Que si estás ahí?

¿Ah?

¡Que si estas ahí!

¡Ah! Sí, estoy acá.

Le tira una soga, y dice:

Agárrate de la soga.

¿Ah?

Que te agarres de la soga.

¿Ah?

¡Que te agarres de la soga!

¡Ah!, Pero no puedo porque estoy todo quebrado.

Agárrate con los dientes.

¿Ah?

Que te agarres con los dientes.

¿Ah?

¡Que te agarres con los dientes!

¡Ah! Bueno…

Lo sube, y le dice:

Ya falta poco Juan.

¿Ah?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *