Estaba una niña lavando a un gato y pasa una señora y le dice:

Pero niña, qué haces lavando un gato, no sabes que así se puede morir.

Y la niña le contesta:

¡No se muere el gato, es muy fuerte!

Se va la señora, y en un ratillo pasa de nuevo por el lado de la niña y le pregunta:

¿Por qué lloras?

Y le contesta la niña:

Porque se me ha muerto el gato.

Y le dice la señora:

¿No te dije que se podía morir?

Pero no ha sido al lavarlo ha sido al retorcerlo.

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