Había una vez un hombre tan flaco, pero tan flaco, que limpiaba mangueras por dentro.
Había una vez una mujer tan gorda, pero tan gorda, que cuando se ponía tacones sacaba petróleo.
Había una mujer tan gorda, pero tan gorda, que cuando se caía de la cama, se caía de los dos lados.
Había un hombre tan feo, pero tan feo, que cuando picaba cebolla hacía llorar a la cebolla.
Había una mujer tan gorda, pero tan gorda, que cuando se pesaba, la balanza decía: Continuará…