Entra un borrachito al velorio de un señor, se dirige al ataúd, observa al difunto y comienza a llorar con mucho sentimiento y a decir:

No somos nada, hip, no somos nada.

Y así siguió llorando y diciendo esta frase, cuando se le acercó una de las personas que también se encontraba en el velorio y le preguntó:

¿Tanto quería a su amigo señor, que le duele mucho su muerte?

El borrachito se vuelve y le contesta muy enojado:

Que acaso no está oyendo que no somos nada, ni familia, ni amigos y ni siquiera conocidos.

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