Era una vez un ciempiés que andaba afuera de su casa, y en eso una gallina se lo quería comer, y corre desesperado a la puerta de su casa, y le grita a su mamá:

– ¡Mamá, mamá ábreme la puerta porque la gallina me quiere comer!.

Y la mamá responde:

– Ahorita voy hijito, nomás déjame ponerme los zapatos.

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