Estaba un borracho ya sin dinero para seguir bebiendo, y estaba terco diciendo al cantinero que le diera un trago, el cantinero le responde:
Sin dinero, no hay tragos.
Entonces, el borracho le dice:
¿Si me muerdo un ojo me das un trago?
El cantinero sorprendido le dice:
¿A ver?
Entonces, el borracho se saca el ojo de vidrio, y se lo muerde. El cantinero sorprendido le da el trago.
De nuevo el borracho le pide un trago, y el cantinero le dice:
Sin dinero no hay tragos.
Entonces, el borracho le dice:
¿Si me muerdo el otro ojo me das un trago?
El cantinero se dice a sí mismo:
Éste no puede tener dos ojos de vidrio, así que le da el trago. El borracho se saca la dentadura postiza y se muerde el otro ojo, y le dice:
No, que no.