Había una vez un borracho en una iglesia molestando, y haciendo tonterías, tanto que el padre que predicaba se distrajo y dijo solemnemente:
Mis queridos hermanos, lamentablemente esta misa se acaba aquí porque perdí totalmente el hilo, refiriéndose a la idea de la predicación.
Es entonces cuando el borracho indignado grita:
¡No, no, eso no es así, de aquí nadie se va hasta que aparezca ese hilo!