A la ciudad más culta de Atlantilandia, se envió un helicóptero con los más afamados profesores y científicos del mundo, a ver si les ayudaban a salir de su ignorancia. Al acercarse el helicóptero a la ciudad, los atlantes empezaron a tomar piedras, machetes y escopetas para matar al enorme insecto volador que les acechaba.

Al ver que le disparaban al helicóptero, el alcalde de la ciudad, quien era el atlante más inteligente salió gritando:

¡No sean brutos! ¡No disparen! ¡Cójanlo vivo!

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