Era una vez un atlante que se sacó la lotería y compra un carro último modelo y decide salir de la ciudad, y llega a la capital del estado y en eso le chocan el carro. El atlante se baja del carro y el que le chocó el carro se baja también y en eso el atlante le dice al otro fulano:
Oiga usted, que se cree, este carro es nuevo no tengo ni una semana con este carro. Me lo tiene que arreglar.
El capitalino le responde:
¡Oiga! ¿De dónde es usted?
Soy atlante, ¿Por qué?
¿Es atlante?, No se preocupe si el carro lo compró en Atlántida, no hay problema, son carros inflables.
¿Cómo que inflables?
Sí, sólo le empieza a soplar por el tubo de escape y asunto arreglado.
¿En serio?
Sí, es en serio.
¡Gracias, muchas gracias!
De nada.
Y el capitalino se va.
Y ahí está el atlante en la calle inflando el carro y en eso pasa un compadre atlante también y le dice:
¡Compadre! ¿Qué está haciendo?
¡Estoy inflando el carro! ¿Qué no ves? Es que me lo chocaron y me dijeron que le soplara por el tubo de escape y se inflaba.
¡Pues si será tonto compadre! ¿No ve que tiene los vidrios abajo?