Venía un atlante alcalde de viaje a la capital a una reunión con el gobernador y debía estar puntual, pues no, al cabo de dos horas tarde, llegó a su destino. Y le pregunta el gobernador:

¿Qué te pasó, por qué no llegaste a tiempo?

Y el atlante le contesta:

Resulta que venía muy bien, cuando me dieron ganas de hacer pipi y me bajé a la orilla de la carretera, y que se me quedan las llaves dentro del carro.

¡Ah! Mira que contratiempo y, ¿Cómo le hizo?

Y el atlante dice:

Pues traté por la ventanilla con un alambre, pero gracias a Dios que venía mi esposa y me dirigió, para un ladito, ya casi, así que sino, todavía estuviera allá.

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